Con ocasión de la celebración del Festival de Jazz de Madrid 2019 acudí a la sesión del quinteto del pianista y tecladista Herbie Hancock formado por Lionel Loueke a la guitarra, James Genus al bajo, Justin Tyson a la batería y Elena Pinderhughes a la flauta y voz.
No soy un gran aficionado al jazz electrónico, sin embargo esta actuación me dejó muy impresionado.
Descubrir además a la flautista de San Francisco Elena Pinderhughes fue el mayor aliciente. Se me reveló como una pieza fundamental para cincelar el sonido del quinteto. Flauta con mucho swing que dialogaba sin dificultad con los teclados de Herbie Hancock.
El baterista Justin Tyson era la segunda vez que tocaba con la banda. Muy joven y muy seguro. Llevaba el beat con la fuerza que este tipo de sonido requiere y le vi muy compenetrado con Hancock.
Lo que más me gustó de Hancock fueron sus intervenciones al piano acústico, habiendo poca cabida en una sesión de Jazz electrónico. Y lo que menos me gustaron fueron las voces distorsionadas, aunque admito que en este contexto dan mucho juego.

Foto elaboración propia
El primero de los temas que tocaron tenía mucho de atmósfera onírica utilizando profusamente los sintetizadores. Los sonidos guturales africanos del guitarrista me llamaron mucho la atención.
El guitarrista posteriormente se marcó un solo prodigioso en la versión que hicieron de Cantalupe Island que me dejó pasmado.
El bajista, en el que se apoya Hancock según él mismo reconoció, porque lleva el control de los temas mientras Hancock es más “despistado”, sacó unas voces innovadoras del instrumento.
Ante los aplausos del respetable volvieron a tocar un último tema con Hancock teclado en ristre.
Transmitieron muy buen rollo y entre ellos se adivinaba buena sintonía, especialmente entre Hancock y el bajista.
© Texto: E. Moreno
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